Calle 15 de Agosto, donde en la confluencia con el Río Paraguay se fundó la Ciudad de Asunción
Siguiendo con la serie de entregas sobre la nomenclatura de las calles de Asunción, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, en estas fechas cercanas al Aniversario 485º de nuestra capital, se pone un especial énfasis a las denominaciones de arterias que guardan relación con ese acontecimiento.
Es así que por la Ordenanza Nº 649 de 1942, se denomina 15 de Agosto la quinta calle paralela al Oeste de la calle Independencia Nacional, eje de nomenclatura, desde la calle El Paraguayo Independiente, al Norte, hasta la avenida Sebastián Gaboto, al Sur, próxima al Bañado Tacumbú, paralela al Oeste a la calle Juan E. O’ Leary y al Este a la calle 14 de Mayo, cruzando los barrios La Encarnación y Tacumbú.
Estando el capitán Juan de Salazar, en el mes de junio de 1537, en la costa de la actual Bahía Negra, a la espera del retorno del capitán Juan de Ayolas, decidió regresar por el río y fundar un fuerte en el lugar elegido: la costa de Paragua y, en la tava del cacique Caracara.
Quedó el capitán Domingo Martínez de Irala en la espera de Ayolas.
El 15 de agosto de 1537, en la lomada de la orilla de la actual calle 15 de Agosto y el Barranco del río, conocida años después como Loma Cabará, actualmente Plaza Comuneros, construyó el Fuerte.
Las mañanas del mes de agosto en Asunción son frías, pero luego, cuando calienta el sol, resplandecen las hojas de los árboles. Uno de estos florece totalmente, el tajy, por eso la belleza de Asunción, florecida en agosto, es total.
El capitán Juan de Salazar desenvainó su espada y trazó un cuadrilátero para señalar los límites de la construcción. Se voltearon los cocoteros para usar los troncos como empalizadas y alrededor se cavaron fosos, tal como se construían alrededor de los castillos de Europa.
En el centro cavaron un pozo y enterraron un rollo aserrado de lapacho. Dentro de la casa fuerte se construyeron casas rústicas y la primera iglesia.
Fue el momento oficial en que los europeos y los guaraníes se vincularon.
En la cultura guaraní era más importante que el esposo o mena, el cuñado o tovaja, porque era quien, si les faltara el sustento, debería hacerse cargo de los sobrinos y del resto de la familia.
Los guaraníes, con ingenuidad, creyeron que sería estratégico que sus hijas se unieran a los extranjeros, ampliando las familias, como era costumbre.