Chaco ñorairo: los 4.300 choferes de la guerra, son recordados en una avenida de Asunción
La ciudad de Asunción los homenajea en una de las avenidas más importantes: Choferes del Chaco, denominada así por la Ordenanza 6117/67. Nace al Norte en la avenida Mcal. Francisco Solano López y se extiende al sur hasta la avenida Eusebio Ayala. Es paralela a las calles Tte. De Marina Martínez Ramella y Profesor González Rioboo al oeste, a Santa Cruz de la Sierra al este recorriendo los barrios Mburicaó, Tembetary y Recoleta. En un tramo es sustituida por el nombre de la calle Médicos del Chaco.
Loa 4.300 Choferes del Chaco fueron parte de los 10.000 hombres movilizados por la Dirección de Aviación Militar.
Con sus ayudantes, fueron insustituibles, las 24 horas del día, enfrentando todo tipo de peligros, para hacer llegar al frente de batalla los insumos necesarios: la tropa, los alimentos, las armas, el agua, el correo, las medicinas, en los tres años de guerra entre 1932 y 1935.
Se jugaron la vida manejando en picadas polvorientas, en tiempos en que los volantes eran a la derecha. Se modificaron a la izquierda recién en 1937.
Los “ñandú” Internacional eran los más aptos para subir las serranías. Los Chevrolet eran los camiones más veloces y les llamaban “chevrolata” y los Ford a los que les decían “laforet” eran los vehículos más guapos para el Chaco – según los choferes-.
La heroica labor de los Choferes del Chaco quedó retratada en lo mejor y más laureado de la literatura paraguaya: la trilogía Hijo de Hombre, de Augusto Roa Bastos, quien a los 15 años con otros estudiantes del Colegio San José (donde le había inscripto su tío Monseñor Hermenegildo Roa) escapó para participar en la batalla de Boquerón.
Felizmente, el adolescente Roa, llegó después de la rendición boliviana.
De esa visión del Paraguay en armas, nació un capítulo de la novela Hijo de Hombre, que se transformó en película en 1961, en una coproducción argentino – española, dirigida por Lucas Demare.
Las imágenes recrearon la arriesgada misión de los Choferes con artistas de la talla de Jacinto Herrera, Olga Zubarry, Francisco Rabal, Carlos Estrada, Carlos Gómez y Rodolfo Onetto.
En Choferes del Chaco, o La Sed, se relata la misión especial encomendada al cabo Cristóbal Jara, que debía pasar por Boquerón con su cargamento de agua y medicamentos.
La película es una joya del cine.
Algunos capítulos dicen: (…) – Necesito un solo camión. – También preciso un chofer (…)
(…) Tiene que ser un individuo fogueado y decidido. (…) – Es una misión difícil (…)
(…) Yo respondo por él. Se va a llevar agua y socorro médico a un batallón aislado más allá de Boquerón. Hay que atravesar la línea. El que va tiene que ir dispuesto a no volver. Es seguro que ni siquiera pueda llegar (…).
El guión recorre las vicisitudes de los choferes durante la guerra.
También aparece la camillera-enfermera Salu í, quien se interpone en la picada para ser de la partida. Va tras el hombre al que ama.
Llegan a Boquerón donde sedientos soldados casi asaltan el camión aguatero. Son atacados por un avión boliviano que les arroja bombas y una de ellas, sin estallar queda bajo una rueda del camión sanitario del cual en una acción de valentía Salu í, arriesga su vida para extraer un botiquín de medicamentos.
Silvestre Aquino, uno de los personajes heroicos, intenta desarmar la bomba y muere en el intento.
Se enfrentan al reventón de las cámaras de las cubiertas y para poder seguir, las llenan de pasto seco.
Luchan contra un contingente de bolivianos y Cristóbal Jara queda con la mano destrozada, inhabilitado para manejar.
Salu í recoge una bomba de un soldado muerto para luchar hasta el final, pero recibe metralla mortal en su espalda.
Cristóbal Jara, sin percatarse de la situación de Salu í, le pide ate sus manos con alambre al volante y a los cambios del vehículo.
Cuando Salu í cumple su pedido cae moribunda al costado del camión, del cual Cristóbal Jara ya no puede bajar a ayudarle debido a sus manos atadas.
Ella muere en la picada y él sigue hasta el final, con las llantas incendiadas atropellando un quebracho.
Todo está retratado en Choferes del Chaco.
Dice Roa Bastos en la novela que no hay tristeza en la lengua guaraní. Dice que se cae en un sueño largo.
Cristóbal Jara dijo sobre su destino. Ho ata che ari kerana puku.