Colón: una avenida de Asunción recuerda al marino más mediático de la historia, ya que afirmó haber llegado a las Indias y hasta hoy se sigue llamando indios a los descendientes de quienes habitaban el Nuevo Mundo

Prosiguiendo con las entregas sobre la nomenclatura de las calles de nuestra ciudad capital y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, las cuales están a cargo de la señora Evanhy de Gallegos, esta vez se darán detalles sobre la avenida Cristóbal Colón. 

Por la Ordenanza 649 de 1942, se denomina así a la novena calle paralela al oeste del eje de la nomenclatura Independencia Nacional. La misma se extiende desde el Puerto de la ciudad de Asunción, en la intersección con las calles Stella Maris, El Paraguayo Independiente y Benjamín Constant, hasta el Bañado de Tacumbú al Sur.

A 530 años de aquel 12 de octubre de 1492, el hallazgo de tierra firme que realizó Colón, en la actual Bahamas, tuvo tanta repercusión que sigue firme el error de continuar denominando “indios” a los descendientes de los habitantes originarios.

Solo Colombia recuerda el apellido del navegante Cristóbal Colón.

Y a pesar de la frase reiterada: “Colón descubrió América”, Américo Vespucio, quién recorrió gran parte del nuevo continente, quedó con el honor de que las tierras llevaran su nombre: América.

Entre Mayas, Aztecas, Incas y Guaraníes, vivían en América 90 millones de habitantes, cuando llegó Cristóbal Colón.

El almirante genovés nació en 1436, hijo de un tejedor de lanas: Doménico Colombo y de Susana Fontanarossa.

A los 15 años decidió que lo suyo era el mar y se especializó en  cartografía.

En la década de 1470 navegó por el mar Mediterráneo, luego llegó a Inglaterra e Islandia.

Cuando se estableció en Portugal se casó con Felipa Moniz de Perestrello, hija del gobernador de la isla Madeira.  Fueron padres de un hijo, Diego.

En la década de 1480 recorrió las costas de África.

De esa experiencia nació su proyecto de alcanzar Las Indias, navegando por el oeste.

Presentó el plan al Rey Juan II de Portugal, aunque por inviable, el viaje fue desestimado.

Al morir su esposa de tuberculosis, abandonó Portugal con su hijo y se trasladó a España.

Un sacerdote confesor de la Reina Isabel de Castilla, los presentó y pudo explicarle su proyecto.

Desestimado por los consejeros reales, la reina lo apoyó, entusiasmada con la posibilidad de hallar una ruta más directa a Las Indias, de donde importaban las especias, que en ese entonces valían su peso en oro.

La pimienta, por ejemplo, era tan costosa que se la usaba como moneda de pago para rescatar a los nobles prisioneros de las guerras.

En España, Cristóbal Colón conoció a Beatriz Enriquez de Arana, con quien tuvo otro hijo, Hernando y le dejó a cuidado de Diego, mientras viajaba en su aventura intercontinental.

Condujo tres naves: La Pinta, La Niña y la Santa María, supuestamente hacia Las Indias, en un viaje que empezó el 3 de agosto hasta tocar tierra el 12 de octubre de 1492.

Sobre el descubrimiento, en una entrevista al médico y poeta Carlos Federico Abente, me expresó durante el reportaje que, al pisar tierra firme, rodeado de los habitantes de la isla, preguntó dónde estaba.  Y los hombres que le recibieron contestaron: “Guaraní, Guaraní” y él confundió con Guanahani, vocablo también de idioma guaraní.

En realidad, había llegado al continente de los hombres y mujeres guaraníes.

El sabio Moisés Bertoni lo confirmó en sus investigaciones: “Todo era guaraní, en el continente americano”, ha escrito.

Cristóbal Colón hizo cuatro viajes más hasta que, sospechado de mala administración, fue encarcelado durante seis meses por orden de la Reina Isabel La Católica.

Murió el 20 de mayo de 1506.

Nunca pudo exportar a España las especias que debían abaratar las comidas gourmet de quienes podían pagar ese lujo.

En cambio a España llegó mucho oro y plata, resultado del trabajo esclavo de los supuestos “indios”, como también piedras preciosas, el maíz, el tabaco, la piña, el tomate, el chocolate y hasta la papa que, desde 1532, resolvió los problemas de las hambrunas de los pobres de Europa.

Tal vez si Colón hubiera escuchado con más atención lo que le intentaban explicar en guaraní los habitantes de la isla de la actual Bahamas, aquel 12 de octubre de 1492, el continente habría llevado el nombre Guarania, ya que todos los continentes llevan nombres en género femenino.   

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