El 23 de octubre de 1931, fecha en la que estudiantes fueron ametrallados por reclamar la inacción ante el avance boliviano en el Chaco, es recordada en una arteria capitalina
Continuando con la serie de entregas sobre la nomenclatura de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se darán detalles sobre la calle 23 de Octubre, teniendo en cuenta la cercanía de la fecha.
Por la Ordenanza 649 de 1942, se denomina 23 de Octubre a la calle que comienza al Sur frente al templo de La Recoleta, en la avenida Mariscal López, y se orienta hacia el Norte hasta la avenida España. Es la segunda paralela al Este de la avenida Santísimo Sacramento y paralela a las calles Máximo Lira y Eliseo Reclus, en el barrio Villa Morra.
La manifestación estudiantil del 23 de octubre de 1931 fue de no más de 400 jóvenes, motivados por la falta de respuesta a la penetración boliviana en el Chaco.
Era presidente de la República el político liberal doctor José P. Guggiari.
En ese entonces, el Colegio Nacional funcionaba en el histórico edificio de Eligio Ayala entre Yegros e Iturbe, donde toda la manzana había sido residencia de Madame Elisa Lynch.
Los sangrientos sucesos ocurrieron cuando los estudiantes del Colegio Nacional de la Capital, reunidos en asamblea el 20 de octubre de 1931, decidieron reclamar al presidente de la República la necesidad de defender el Chaco, lo que se pedía desde todos los sectores de la sociedad.
Tres eran los puntos resaltantes:
- Protestar por los hechos de Samaklay.
- Pedir una política más enérgica en la cuestión fronteriza con Bolivia.
- Solicitar el regreso de los altos jefe militares, en misión de estudios en el extranjero, para ser enviados al Chaco.
El Centro de Estudiantes del Colegio Nacional, cumpliendo con los trámites, solicitó permiso para la tarde del día 22, lo que les fue concedido por la Jefatura de Policía.
El itinerario fijado fue el siguiente: Calle 14 de Julio, hoy Mariscal Estigarribia; Palma; Convención, hoy O’Leary, hasta llegar al Palacio de López, donde el orador, ante el jefe de Estado Guggiari, sería el presidente del Centro de Estudiantes, M. Agustín Ávila.
Llegado el día 22 por la mañana, desde la secretaría de la presidencia de la República, el doctor Efraín Cardozo les informó que debían presentar el discurso por escrito, lo que les obligó a presentar la nota al mediodía, cumpliendo con el requisito.
Así y todo, el doctor Cardozo les informó que el presidente debía consultar con sus ministros, sobre la entrevista, y les devolvió el discurso escrito.
Los estudiantes manifestaron que ya no podrían suspender la marcha, que se iniciaría a las 16 horas, y para la cual se contaba con el permiso policial concedido el día antes.
Por la tarde, la Plaza Uruguaya se fue colmando de estudiantes que decían discursos patrióticos, bajo los estruendos de los petardos traídos de Luque.
En medio de los discursos, los organizadores fueron invitados a llegar hasta la Jefatura de Policía, donde el mismo jefe que autorizó la manifestación, les pidió suspenderla o solamente llegar hasta la Plaza Independencia, más conocida como Plaza de Armas.
Le respondieron que era tarde porque la caminata ya estaba en plena marcha.
Los estudiantes, con banderas, habían comenzado a desplazarse hacia el Palacio de López, en medio del aplauso de los vecinos.
Al llegar a los jardines de frente al Palacio, cantaron el Himno Nacional y fueron informados que el presidente Guggiari no estaba en su despacho.
El disgusto fue generalizado. Los jóvenes consideraron que era un agravio el desaire presidencial, lo que no había ocurrido cuando fue asesinado Rojas Silva, recibiendo el presidente Eligio Ayala a los manifestantes que reclamaron por el sangriento suceso.
El Centro de Estudiantes decidió entonces llegar hasta el Colegio Militar, actual Congreso de la Nación, donde plantaron una bandera y los jóvenes oradores fueron expresando su protesta por la ocupación boliviana del Chaco.
Para colmar la tensión, se hizo presente el mayor Arturo Bray pidiendo que se retiren “hacia alguna plaza”. Fueron echados del lugar donde se formaban los soldados que debían defender el Chaco.
Abandonaron el lugar y fueron hasta la residencia del mayor Rafael Franco, quien salió a la puerta y les dijo que “compartía sus inquietudes, pero que estaba en situación de retiro”.
La masa estudiantil fue entonces hasta el domicilio del presidente Guggiari, donde fueron reprimidos por la Policía.
Esa fue una noche difícil, siendo perseguidos por la ciudad, lo que no impidió que fueran a clases el 23 de octubre de 1931.
Reunidos nuevamente en asamblea, decidieron “hacerse escuchar por el presidente de la República”. Para la nueva marcha invitaron a las compañeras de la Escuela Normal, con masiva aceptación, y a los universitarios de la Facultad de Derecho y de Medicina.
La manifestación llegó frente al Palacio de Gobierno a media mañana.
Con estribillos reclamaron la presencia del Jefe de Estado. En lo alto del edificio ya estaban emplazadas ametralladoras y una compañía de fusileros ingresó por la puerta del Palacio que da a la bahía.
El estado de tensión se cortó con gritería cuando fueron ametrallados.
Ante el pánico de los estudiantes, hubo un cuerpo a tierra generalizado y una huida en la que muchos cayeron fusilados por la espalda.
El resultado fue 10 estudiantes muertos, 24 estudiantes heridos, 1 anciano muerto, 5 heridos no estudiantes y 25 estudiantes heridos que pudieron escapar.
En total 65 víctimas, de las cuales 59 fueron estudiantes: 10 muertos y 49 heridos.
Hubo una normalista heroína de la jornada, Josefina Adelaida Rodi, alumna de la Escuela Normal que estaba en las primeras filas como abanderada.
Al producirse los disparos, Adelaida no huyó por las descargas. Avanzó con su bandera en alto, con el asta rota y subió la escalinata del Palacio, siendo brutalmente golpeada con sable por el oficial del Batallón de Seguridad José F. López.
La estudiante y dos compañeros consiguieron llegar frente a frente con el presidente de la república, quien le gritó: “Esta bandera es indigna de estar en sus manos”. Adelaida Rodi le respondió: “EL INDIGNO ES USTED”.
Cuando fue llamada a declarar en el Juicio Político a José P. Guggiari se lo volvió a repetir: “EL INDIGNO ES USTED”.
El poeta Julio Correa, desde su retiro de Luque, produjo para la historia el poema: BANDERA DEL 23 DE OCTUBRE.
Bandera del 23
Santificada de balas
Y manotones de esbirros
Toda tan llena de patria
Toda tan llena de gloria
Con la primera batalla
Ganada por los muchachos
A las huestes bolivianas
Frente al Palacio de López
Aquella mañana trágica
De aquel 23 de octubre
Purulencia de lacras
Del alma de los bandidos
Que vendieron nuestra patria.
Bandera del 23
Santificada de balas
Glorificada de muertos
¡Cómo estás llena de patria!
Ocho meses después se inició la Guerra con Bolivia. Los estudiantes fueron los primeros en presentarse para defender el Chaco.