El Capitán Nicanor Torales murió desangrado casi al final de la Guerra del Chaco
En prosecución a la serie de entregas sobre los nombres de las calles y avenidas de Asunción, con las historias que fundamentan esas nomenclaturas, elaborada por la gran periodista, escritora y ex intendente capitalina, Doña Evanhy de Gallegos, esta vez nos referiremos a la calle Capitán Nicanor Torales.
La Ordenanza 649 de 1942 es la que denomina a una calle de Asunción con su nombre, que es la séptima paralela al Este de la avenida San Martín, que arranca en la avenida Mariscal Francisco Solano López y se extiende al Norte hasta la calle Pintor Pablo Alborno.
Al sur de la misma se denomina R. I. 3 Corrales, paralela al Oeste a la calle Capitán Raúl Carmona y al Este a la calle Herminio Maldonado, extendiéndose por los barrios San Cristóbal y Ycuá Satí.
Esta arteria homenajea a un héroe sampedrano que luchó en la contienda chaqueña de 1932 a 1935.
Era oriundo de San Pedro del Paraná. Egresó como Teniente Segundo de la Escuela Militar en 1931. Integró el R.C.I Valois Rivarola y cayó mortalmente herido en Mandyjupecua, cuando se logró la retirada boliviana, el 16 de mayo de 1935, poco antes de la finalización de la guerra, a los 25 años, concediéndosele el ascenso póstumo de capitán.
Su muerte fue inevitable para las soluciones sanitarias del frente de batalla.
El Cmte. del 3/C. 1 Cap. Nicanor Torales acosaba al enemigo, cuando recibió una herida en su arteria femoral. Las circunstancias de su muerte fueron relatadas por el capitán Fernando Silva en su libro Memorias del Regimiento de Caballería N° 1 Valois Rivarola.
Recordó a Torales cuando siendo conducido a retaguardia, en una camilla hecha de varas y una manta, a hombros de los soldados de su Plana Mayor, lo vio pasar a su lado, ya que su escuadrón iba detrás del suyo.
Iba semi acostado en su camilla y, con su habitual sonrisa, le mostró su herida de la que manaba sangre sin parar. El capitán Silva, al darse cuenta de la gravedad de la herida, y sabiendo de la rudimentaria sanidad, que estaba en pleno movimiento detrás de las unidades en acción, supo que no había posibilidad de curar su herida.
Entonces, haciendo de tripas corazón, le dio una palmada en el hombro y le dijo: “Suerte Nicanor”, y se alejó en persecución del enemigo. “con el corazón oprimido de pena, por la vida de un camarada fraterno y leal que se iba”.
Al promediar la tarde, llegó la noticia del fallecimiento del Cap. Nicanor Torales “lo que nos llenó de tristeza y de dolor que, sin embargo, pudimos sobrellevar resignándonos ante la triste realidad, pues eran cosas propias de toda guerra. Murió en su ley, combatiendo con brío, alentando con su ejemplo en los memorables asaltos de ese día, para conquistar el objetivo como si presintiera el final de su joven existencia”.
Esta fue la última batalla librada por el regimiento.
En junio finalizó la contienda. El fortín que llevó el nombre de este héroe, hoy queda en territorio boliviano.