El sargento Cándido Silva, el trompa camiseta pyta’i de Curupayty, es homenajeado en una calle de Asunción
El sargento Cándido Silva fue el “trompa” que, a las cuatro y media de la tarde del 22 de setiembre de 1866, anunció, con una clarinada, la victoria paraguaya en Curupayty.
Tocó con el clarín la música que se usaba ante la presencia del Mariscal Francisco Solano López y que llamaban “camiseta pyta’i, en homenaje al soldado paraguayo.
Por la Ordenanza 649 de 1942, lleva el nombre Sargento Cándido Silva la calle que se inicia al Sur, en la calle Olegario Andrade, que es la primera paralela al Norte de la avenida Mariscal López y se extiende en la misma dirección hasta la calle Máximo Pérez, oblicua a la avenida Madame Lynch y paralela a la calle Manuel Talavera al Oeste, en el barrio Luis Alberto de Herrera.
Cándido Silva vivía en Laurelty, con los descendientes de negros que acompañaron en su exilio en el Paraguay al general José Gervasio Artigas.
Su origen era diferente. Sus padres eran africanos escapados de las “fazendas” brasileras a quienes, en el Paraguay, Don Carlos Antonio López estableció en Laurelty.
Al comenzar la guerra, Cándido Silva se presentó como trompetista en la Banda de Música del Batallón Nº 6.
El destino quiso que la historia lo encontrara anunciando la victoria con los sones agudos de su corneta, al lado del general José Eduvigis Díaz.
Pero antes, al inicio de la guerra, fue destinado con los hombres de Laurelty al Batallón 6, al que llamaban “nambi’i”, que en guaraní significa orejas chicas, característica física de los hombres de color que defendieron al Paraguay.
Las batallas de los “nambi’i” se hicieron famosas desde el asalto y toma de la fortaleza de Coímbra, del 27 al 29 de diciembre de 1864.
El Batallón 6 fue admirado por su valentía, cuyos hombres peleaban con machetes.
Al sargento Silva le tocó luchar en la batalla de Riachuelo, al sur de Corrientes, donde con audacia abordaron el vapor Belmonte e izaron la bandera paraguaya.
También estuvo en Tuyutí, donde la historia cuenta que “peleó codo a codo” con el Batallón 40.
Después, en Boquerón del Sauce y Curupayty, donde su clarinada “camiseta pyta’i”, que tanto gustaba al Mariscal, resonó hasta que lo hizo quedar en la historia grande del Paraguay.
Muerto Díaz, pasó a servir a otros jefes tomando parte en todas las batallas, hasta que el 2 de noviembre de 1867 cayó cubierto de heridas y terriblemente quemado en el combate de Tajy, peleando a las órdenes del mayor Pedro Villamayor.
Casi murió fusilado por los brasileros que lo creyeron un desertor por su piel morena, como la de los soldados esclavos que comandaban.
Le salvó la vida el baqueano legionario Higinio Céspedes, quién lo conocía, hablándole en guaraní y demostrando que era paraguayo.
Fue llevado prisionero a Río de Janeiro y enviado a una fortaleza hasta que la guerra terminó.
De regreso al Paraguay, volvió a Laurelty. Fue un líder vecinal que en sus tierras construyó el oratorio San Baltasar y la cancha 6 de Enero.
Vivía humildemente y, de tanto en tanto, llegaba caminando al centro de Asunción.
Se lo recuerda con su saco algo grande y gastado, alto, erguido a pesar de los años y del desgaste sufrido en la guerra.
Hacia el año 1900, en plena campaña de revisión histórica, el escritor Juan E. O’Leary buscaba a los sobrevivientes veteranos, con quienes conmemoraba las fechas gloriosas del Paraguay frente a la Triple Alianza.
Le contaron a O’Leary que lo vieron y, para hallarlo, puso avisos en los periódicos hasta que en el año 1902, el sargento Cándido Silva se enteró y se presentó ante el historiador.
A partir de entonces, el sargento Cándido Silva participó de todos los actos de los veteranos y se hizo famosa la clarinada “camiseta pyta’i”, recogida por los maestros de música Pellegrini y Carísimo.
Cándido Silva era insustituible por saber recitar en guaraní la proclama de despedida del Mariscal en Cerro Corá, en “la noche antes”.
Era la lengua que, según quienes atestiguaron, fue la que usó el Mariscal antes de enfrentar al ejército brasilero con el resto de los hombres, en la última batalla.
Cándido Silva fue conserje del Colegio Nacional de la Capital y desde el año 1916 hasta su muerte, fue catequista en Laurelty.
Sus restos mortales se encuentran en San Lorenzo, donde hay dos cruces. El 24 de diciembre de 1925 murió y el 20 de noviembre de 1933 falleció su esposa.
El gran Emiliano R. Fernández, cuyo padre participó en la Guerra, escribió la célebre pieza: Tuja mi, donde se refiere al Sargento Cándido Silva y su clarinada “camiseta pyta’i”.
“Ha upero añete ñane trompa Cándido Silva, i corneta pe ombo pu, camiseta pyta’i”.