José Gaspar de Francia, el gran “Karai Guasu” del Paraguay
Una avenida de Asunción se llama José Gaspar Rodríguez de Francia, por decreto 512 del año 1941. Es la antigua calle Amambay, prolongación de la avenida Ygatimí, al Este del eje de la nomenclatura Independencia Nacional y se extiende hasta la intersección de la avenida Próceres de Mayo y la calle Yuty. Paralela a la calle República de Colombia al Norte y al Sur a la calle Ana Díaz y Simón Bolívar, atravesando los barrios General Díaz, San Roque y Pettirossi.
Nació en Asunción el día de Reyes, 6 de enero de 1766. Era hijo del capitán de artillería José Engracia García Rodríguez de Francia, nacido en Río de Janeiro, al servicio del Rey de España, casado con la criolla paraguaya María Josefa Velasco y Yegros.
José Gaspar era el menor de cinco hijos. Su casa paterna hoy es un museo en Yaguarón, donde su padre, además de ocuparse del negocio de la plantación de tabaco, ejercía el cargo de comandante militar.
Cuando los patriotas realizan la gesta de la Independencia de 1811, José Gaspar era un hombre maduro, tenía 45 años.
Se había formado inicialmente en la escuela – colegio de La Recoleta. Luego fue a la Universidad Real de Córdoba, donde a los 19 años, el 13 de abril de 1785, obtuvo los títulos académicos que fueron la razón de su elección como alcalde de primer voto: bachiller, licenciado y maestro de Filosofía y bachiller, licenciado y maestro de Sagrada Teología.
En el Paraguay no existía hombre más instruido que el doctor Francia. Siendo alcalde enseñaba en el Real Colegio Seminario de San Carlos. En ese tiempo abandonó el hábito religioso, ya que sus padres lo inscribieron con el fin de que fuera eclesiástico. El haber conocido de cerca a los clérigos, lo alejó de convertirse en sacerdote.
Era antiespañol, austero y tenaz en sus propósitos revolucionarios.
En mayo de 1810, fallecidos los padres del doctor Francia, se procedió a la partición de la herencia.
A José Gaspar le correspondió una casa y dos terrenos baldíos, en pleno centro, cerca del convento de La Merced, en la actual plaza de los Héroes, donde está el Oratorio de la Virgen de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes.
En ese lugar tuvo una chacra.
Un comentario especial merece el porte y el vestuario atildado del doctor Francia. Usaba hebillas de plata en los zapatos, medias blancas de seda y levita de color azul. Era aseado y prolijo al extremo. Se afeitaba todos los días y peinaba una larga trenza. En su juventud gustaba acudir a los bailes populares. Tocaba la guitarra. Era propenso a los amoríos, alegre, expansivo y rebelde.
Fue un gobernante respetable por honestidad a toda prueba. Durante los años que ejerció la presidencia de la República vivió en la Casa de los Gobernadores.
Era frugal en su alimentación. Un trozo de carne asada de vacuno o una perdiz. Su cocinera iba al mercado y luego mostraba al doctor Francia lo comprado y él elegía lo que comería. En su mesa no faltaba una copa de vino y como postre prefería dos naranjas.
Al término del almuerzo fumaba y dormía la siesta. Reiniciaba su labor en la tarde. A las seis daba un paseo a caballo por la ciudad. Retornaba para la cena a las ocho de la noche, pero ya no se servía alimentos como al mediodía. Optaba por algo más liviano, a veces una fruta.
Lo último que hacía era dar el santo y seña a los cuarteles y luego se encerraba en su dormitorio a leer a la luz de una vela.
Los paraguayos de su tiempo apreciaron al doctor Francia por su sencillez y ausencia de lujos y el hecho de que se pudiera vivir en paz que hizo que la población prosperara. Tuvo una hija nacida en 1807 con Juana María García, joven que vivía frente a su casa de Ybyray, Trinidad, la llamó Ubalda. Contrató a una vecina de Trinidad, María Roque Cañete, para que le cuidara la casa y a su hija.
Su única descendiente conocida firmaba a veces como Ubalda Francia García o a veces Ubalda Francia o Ubalda García. Esos nombres aparecen en documentos oficiales de la época.
Cuando falleció don José Gaspar de Francia dejó en herencia su casa de Trinidad a Ubalda García y María Roque Cañete denominándoles “sirvientes”. Teniendo en cuenta que el doctor Francia conocía la clase de enemigos mortales que poseía evitó a su hija la venganza de sus enemigos que sí tuvo que sufrir Petrona, su hermana y que no tuvo Ubalda.
Eran tantos los interesados en fagocitar y dirigir el Paraguay que incluso cuando se le preguntó antes de morir, quién le continuaría, dijo sabiamente: “el que pueda”.
Don José Gaspar de Francia había recibido la república en un tendal de conspiraciones y conflictos impuestos por el Río de la Plata que pudo neutralizar mejorando las condiciones de vida de los paraguayos que demasiado tiempo estuvieron sumidos en la pobreza.
La denominación de Dictador Supremo se basaba en el modelo de la legislatura de gobierno de la antigua Roma, que otorgaba poderes extraordinarios para situaciones de extrema gravedad en que un estado lo requiriera y poderes especiales a quien lo dirigía.
La gente del pueblo lo llamaba afectuosamente “Karai guasu”, que tiene un hondo significado para los paraguayos. Y en nuestra orgullosa historia el campesino paraguayo, llamó a los niños nacidos en su tiempo: “Francia ra’y”, lo que señalaba una clase social de paraguayo diferente de cualquier otra época de nuestra historia.