La Batalla de Itá Ybaté, que debía ser la última de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, es recordada en una calle de Asunción

Continuando con la serie de entregas sobre la nomenclatura de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se darán detalles sobre la avenida Itá Ybaté.

Por la Ordenanza 649 de 1942 tiene esta denominación la avenida conocida como 21º Proyectada, al este del eje de la nomenclatura de Independencia Nacional, donde arranca y se prolonga hasta la avenida Coronel Bogado.  Es paralela al norte a la calle Pykysyry y al sur a la calle De Las Cordilleras, en los barrios Tacumbú, Obrero y Roberto L. Petit.

La batalla de Itá Ybaté, en las Lomas Valentinas, debía ser la última de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, pero se prolongó por un año más.

Después de siete días de sangrienta lucha, entre el 21 y el 27 de diciembre de 1868, y estando prácticamente exterminado el ejército paraguayo, los brasileños dejaron escapar a Solano López.

Todo indica que fue por alta corrupción en los negocios de la provisión de insumos que el marqués de Caxias, Luis Alves de Lima, dejó abierto y libre de control el paso del Potrero Mármol, por el que el Mariscal López, con apenas 90 hombres, escapó con vida.

Mientras, 8.000 atacantes brasileros arremetían contra 1.000 hombres, en su mayoría heridos y mal armados, que todavía quedaban en la meseta de Itá Ybaté.

La inexplicable decisión del jefe brasilero fue muy criticada por los argentinos y hasta le valió un juicio, que el marqués de Caxias pudo sortear con éxito a su regreso a Río de Janeiro.

No se podía comprender que el ejército de 27.000 hombres, más 9.000 argentinos, no pudieran apresar a Solano López, quien salió por el espacio, sin control, de Potrero Mármol.

La decisión de Caxias significó que la guerra se prolongara por catorce meses más, hasta el 1 de marzo de 1870.

Todo el mes de diciembre fue fatídico.

Cuando el ministro norteamericano Martin Mc Mahon llegó a Angostura, el 14 de diciembre de 1868, aún no había pasado un día de la batalla de Avay.

Se avecinaba la arremetida final.

Martin Mc Mahon, en esos días, en medio de cañonazos, conoció de primera mano y en batalla al Mariscal, su familia y al pueblo combatiente.

Se hizo cargo de sus funciones de embajador de los Estados Unidos y el 23 de diciembre, ante la inminente caída de Itá Ybaté, a este extranjero, ex veterano de la Guerra de Secesión, el presidente Solano López confió a sus hijos para que los llevara a Piribebuy y lo nombró albacea de su testamento, donde dejó todos sus bienes a Madame Elisa Lynch, quien se quedó con él, a correr su misma suerte.

Era Nochebuena cuando el ultimátum aliado llegó al campamento de Itá Ybaté.

En esos días hubo sucesos dramáticos en los alrededores.  A 500 metros de la meseta, Lilia Esquivel, residenta, quien sobrevivió a la batalla, marcó el sitio entonces de su propiedad, donde fueron enterrados los muertos paraguayos que, en cuarenta carretas, recogieron los aliados y enterraron por temor a las pestes.  El lugar se llama Curuzú Cuarenta.

A 1.000 metros está el Curuzú Paí, donde el 21 de diciembre de 1868, en medio del fragor de la batalla, el Mariscal tuvo tiempo para pedir clemencia y conmutar la pena de muerte de uno de sus hermanos, Venancio y el resto de su familia.

Su hermano Benigno fue fusilado por traición a la patria, lo mismo que su cuñado, el general Vicente Barrios, el canciller José Berges, coronel Paulino Alén, entre otros.

El sitio exacto donde ocurrieron los fusilamientos fue identificado por Tomás Vargas, quien participó en la batalla.

En el camino al sur, ya en dirección al Potrero Mármol, a unas cuadras de Itá Ybaté, está la escuela Ramona Martínez, que recuerda el nombre de la joven al servicio de la familia López, de 15 años de edad, quién tomó la espada de un herido y protegió el escape del Mariscal.

Tanta fiereza demostró que los brasileros la respetaron y le permitieron escapar.  Las crónicas hablan de que llegó a Cerro Corá y vivió en San Lorenzo hasta 1922, en que todavía se la veía por las calles.

El itinerario de Solano López fue el Potrero Mármol, siguió por el arroyo Yukyry para alcanzar Yaguarón, Paraguarí y luego Cerro León.

El resto del ejército y civiles que escaparon por el Potrero Mármol se refugiaron en el cerro Ñu.

El mayor Patricio Escobar, quien era el guía, fue el héroe de escenas memorables de quienes cruzaron el estero Ypecua, empantanados, picados por las víboras, con aguas, en partes, profundas, en ese entonces.

Aún hoy, a pesar de las represas y los desvíos, el Ypecua, en tiempos de lluvia, es cruzado solo con tractor.

El salvataje de unas 400 personas se hizo en botes, que eran pelotas de cueros de bueyes carneados y colocados entre bastidores de madera.

El punto más difícil de cruzar fue donde el lago Ypoá desagua en el estero Ypecua, salvado por un canoero que rescataba a los soldados y los llevaba a la orilla, en Carapeguá.

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