Una calle capitalina lleva el nombre de un héroe quien, en su lecho de muerte, fue saludado por el Mariscal López con un ¡Viva el General Aquino!

Prosiguiendo con la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se brindarán datos sobre la vida de un héroe de la Guerra contra la Triple Alianza, el general José Elizardo Aquino, a quien con una arteria capitalina se rinde homenaje.

Por la Ordenanza N° 1.692 del año 1926 se denomina así a la cuarta calle paralela al este de la avenida Perú, entre las avenidas Dr. Eusebio Ayala al sur y Mariscal Francisco Solano López al norte.  Es paralela a las calles José María Bruguez al este y al oeste a Mayor Blas Fleitas.

El general José Elizardo Aquino nació en Luque, específicamente en Zárate Isla, el 8 de marzo 1825.

Su padre, el español Patricio Aquino, era carpintero en dicho pueblo, donde se casó con Rosa Isabel Jara.

Fue el quinto hijo de once hermanos.

Su extraordinario aporte a la Nación 

El general José Elizardo Aquino fue primero carpintero, igual que su padre.

Se inició en la milicia el 28 de febrero de 1847, como recluta, a los 23 años, incorporándose al ejército, presentándose al Batallón N° 2 que resguardaba la capital.

Cuatro años después ya fue ascendido a subteniente y trasladado al Batallón N° 1.

Era el encargado de la instalación de piezas de artillería en la ribera.

Trabajó fundamentalmente en la Loma San Gerónimo, principal sitio de defensa de la capital.

El 30 de abril de 1854, fue nombrado comandante de guarnición en la fundición de Ybycui. 

Llegó a interinar la dirección en reemplazo del inglés, ingeniero Augusto Lilliedath, desde 1854.

En Ybycui, aprendió inglés y lo necesario para construir cañones y armas. 

Sus conocimientos eran como los de los técnicos ingleses.  Aprendió también a construir puentes.

Cuando comenzó la instalación del ferrocarril, fue nombrado capitán y trabajó incansablemente en la instalación de la vía férrea, cuyo primer tramo se inauguró en 1861, entre Asunción y Trinidad.

Cuando se inició la guerra, el 14 de agosto de 1865, recibió el ascenso a teniente coronel y una condecoración de la Orden Nacional del Mérito.  Revistaba en la plana mayor del Mariscal.

Por su temeridad al frente de los hombres que comandaba, era temido por los aliados. 

El argentino general José Ignacio Garmendia le llamó “el tigre de la vanguardia”.

El 16 de julio de 1866, en la batalla de Boquerón del Sauce, recibió una herida mortal.

Los brasileños, a las 5:30 horas de la mañana, se lanzaron sobre los paraguayos con una gritería salvaje.

Los paraguayos resistieron a pesar de la supremacía aliada. 

Los atacantes se apoderaron de una parte de las trincheras.

Allí cayó mortalmente herido el coronel Aquino, quién dirigía personalmente el contraataque para reconquistar la posición.

Se luchaba cuerpo a cuerpo por la posesión de las trincheras.

En un acto de audacia, el coronel Aquino, montado en su caballo overo, se infiltró en medio de los enemigos cuando se retiraban, siendo alcanzado en el vientre por una bala de rifle.

Sus ayudantes lo recogieron y llevaron al cuartel general en Paso Pucú.

En el campo de batalla quedó otro héroe en su reemplazo: el mayor Gilberto Giménez, más conocido como Cala’a.

Al llegar a Paso Pucú, el Mariscal le visitó y, luego de unos minutos y de conocer su mortal estado, salió y dio un grito de dolor: “Viva el general Aquino”, gritó. 

Aquino falleció el día 19 de julio de 1866, a los 41 años, con el ascenso póstumo a Brigadier de los Ejércitos de la República.

Los brasileños dejaron en el campo 160 oficiales y cerca de 2.000 soldados.

Las bajas paraguayas fueron de 1.500, lo que da una idea de la lucha que se tuvo.

En 1968, sus restos fueron traídos al mausoleo construido en Luque.

Aunque el general Aquino no se casó, tuvo un descendiente: José Patricio Aquino.

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